Las plantaciones de pinos llegaron a la Sierra de la Culebra allá por la década de los 50 del siglo pasado. El pino silvestre (Pinus sylvestris) y el resinero (Pinus pinaster) reemplazaron progresivamente y parcialmente a los bosques autóctonos de robles (Quercus pyrenaica, Q. robur) en su cara norte y de encinas (Quercus ilex) en su orientación sur para convertirse en extensas explotaciones industriales de madera. Ello trajo consigo una transformación del hábitat que perjudicó a la biodiversidad propia de esta sierra zamorana, pero algunos convirtieron la adversidad en fortaleza con el transcurso del tiempo, es el caso del lobo ibérico, que utiliza estas formaciones para refugiarse, encamarse y hasta para establecer sus cubiles en el menor de los casos. Rapaces forestales y pajarillos asociados a estos ecosistemas fueron colonizando hasta asentarse gradualmente, permitiendo también la llegada de uno de los roedores con la mayor capacidad de acrobacia de la península ibérica: la ardilla roja (Sciurus vulgaris).
Solo hay que darse un paseo por un pinar para encontrarse con los rastros de alimentación más habituales de la Sierra, unos son los restos de sámaras y cáscaras de piñones producto de la alimentación de las abundantes poblaciones de piquituertos (Loxia curvirostra), y otra inconfundible de piñas despojadas de sus escamas resultado de la acción roedora de nuestro protagonista. Son tan voraces que en tan solo 3 minutos logran acceder a los 30 piñones de una piña repitiendo esta operación con hasta 100 de ellas al día, es por esto, que en el pasado fue muy perseguida sobre todo en extensiones de pinos piñoneros del sur de la península.
También ellas son manjares para otros comensales, si no que se lo digan al azor, que por sorpresa, cuando las ardillas se aventuran más de la cuenta por el exterior de las copas, terminan entre sus poderosas garras; gatos monteses, garduñas y martas practican también su captura con prodigiosa agilidad, y es que a base de bellotas y piñones su gusto debe ser de “jabugo” :-p

Apréciese la bellota pelada de roble que porta en la boca, en pleno mes de enero inequívocamente proviene de reservas almacenadas.
Me encantan los Animales y la Naturaleza.
Muy bonito que caminen entre pinos, pero más bonito seria que caminaran entre bosques autóctonos. Que pena.