EL LOBO IBÉRICO
No hay animal tan profundamente arraigado en nuestra cultura como el lobo. Desde la antigüedad, siempre ha representado para el hombre un temible adversario. Odiado, temido, pero también admirado y respetado por su astucia y valor.
Originalmente, el lobo era uno de los mamíferos con el área de distribución natural más amplia del mundo, pues ocupaba la mayor parte del hemisferio norte. Sin embargo, la persecución por parte del hombre lo ha erradicado de muchas zonas. En Europa y Asia ha retrocedido su área de distribución un 25%, aunque las principales poblaciones se encuentran en los países del Este y en la Península Ibérica.
Durante los siglos XIX y XX, los lobos han sido intensamente perseguidos en España hasta desaparecer de la mayor parte del país. Hacia 1970 las últimas poblaciones quedaron acantonadas en los lugares más inaccesibles del noroeste español, la frontera portuguesa y Sierra Morena.

Hembra de lobo ibérico.
Fotografía tomada con cámara trampa durante la actividad de estimación de tamaño de manada, enmarcada dentro del censo de lobo ibérico realizado por Lobisome Naturaleza. Septiembre de 2013.
Escucha a la manada
Grabación realizada durante nuestro censo de un coro de aullidos en el que participan tanto adultos como cachorros de cinco meses. En Zamora lo denominan como «cachorradas».
El lobo en Iberia se extiende por una superficie cercana a los 100.000 km². Se estima que la población en 2005 rondaba los 254 grupos familiares seguros y 68 probables, casi el 90% repartidos en Castilla y León.
Las mayores densidades locales se encuentran en el noroeste de Zamora, especulando con un número de 5-7 lobos/100km² (prácticamente por territorio), aunque las cifras más fiables serían de un tamaño medio de grupo de 4 individuos.
Los lobos son especialmente adaptables, siendo su mayor especialización, precisamente, el carecer de grandes especializaciones. El lobo ibérico es un buen ejemplo, dada la diversidad de medios en los que habita. Lo único que precisan es protección frente al hombre, disponer de suficiente alimento (ungulados silvestres y ganado doméstico en forma de carroña), densa cobertura vegetal y escasa densidad de población humana. Pero sobre todo hay que resaltar que cuanta mayor sea la tolerancia por parte del hombre, menos requerimientos ecológicos precisarán los lobos para vivir.
En España y en otros países densamente humanizados, los lobos concentran su actividad por la noche, y suelen permanecer dormidos casi todo el día en alguna zona densa para evitar a las personas. Pueden llegar a recorrer hasta 48 km en sus caminatas nocturnas.
Su cuerpo adaptado a la carrera tendida, y su estructura social, le confieren cualidades que lo convierten en el superdepredador por excelencia. Es capaz de cazar presas que le superan tanto en tamaño como en velocidad, empleando técnicas como la persecución y la emboscada.
En el ciclo anual del lobo podemos considerar dos periodos distintos: el primero se sitúa en la temporada de cría, entre mayo y octubre, y el segundo comprende el resto del año.
Los lobos viven en manadas jerarquizadas compuestas en general por individuos de la misma familia. Los miembros de la única pareja reproductora son los dominantes, y los jóvenes del año anterior a menudo colaboran en la cría.
El celo se suele producir entre finales de enero y principios de abril, durando la gestación unos 63 días. El tamaño medio de las camadas suele ser de 5 lobeznos. En verano y principios del otoño es cuando podemos ver juntos a todos los miembros de la manada.
El lobo ibérico (Canis lupus signatus) es una subespecie endémica de la Península Ibérica. Aparece con la categoría de especie “Casi Amenazada” por la UICN, es una “Especie de Interés Comunitario” y figura en la “Directiva Hábitats 1992/43/CEE”.
La Estrategia Española de Conservación del Lobo, recoge que es necesario promover la figura del lobo como un valor ambiental y cultural, que compense con creces sus escasos efectos negativos sobre la ganadería.
MINI-GUÍA LOBUNA
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Autor: Javier Grijalbo